La Kiva – la Tierra
La Kiva, una excavación circular en la tierra, abierta hacia el cielo, con cinco altares para las cuatro direcciones y el fuego en el centro, es el lugar ceremonial. En la Kiva guardianes de conocimientos ancestrales y reencontrados, abuelos y abuelas de los pueblos de esta tierra y de todos los continentes, chamanes e intermediarios entre los mundos elevan el rezo, cada uno según su tradición, pero sí en unión con todos, y así mandan una energía poderosa al mundo.
Tres elementos están presentes en la Kiva:
La forma sagrada redonda de la Kiva para juntar y ampliar los rezos.
Las abuelas y abuelos que ofrendan sus rezos de corazón, cada uno en su lengua, su tradición y forma.
El fuego que concentra los rezos y los trasporta.
El primer día el espacio sagrado de la Kiva se abre a todos para que puedan dejar objetos de medicina (talismanes, velas, botellitas de agua, joyería, fotos de familiares) en el altar del oeste. Estos objetos permanecen durante los cuatro días en la Kiva, para que se carguen con la energía de los rezos.
A continuación, solamente abuelos y cuidadores del fuego entran a la Kiva.
Dos veces cada día se celebra una Kiva, en la cual las abuelas y los abuelos llevan su energía de corazón, sus danzas y cantos y su muy propia y típica forma de tradición a la Kiva.
Durante tres días el fuego junta y guarda las energías. Los participantes rodean la Kiva y apoyan con su presencia y atención. Toda la energía se centra en el fuego sagrado en la Kiva.
En la noche del cuarto día la energía sube al cielo y al mundo espiritual. Con las gotas de lluvia la bendición se reparte sobre la tierra y en el mundo.
El cuarto y último día los abuelos agradecen a todos los seres que han asistido, completan la ceremonia y cortan su conexión con el fuego. Después los participantes están permitidos de entrar a la Kiva y retirar sus objetos del altar.
Los temas de los cuatro días y de los cuatro años
Esta ceremonia Raíces de la Tierra siempre se lleva a cabo durante cuatro años en el mismo lugar en un país.
Los cuatro años y los cuatro días se dedican a distintos temas:
El primer año y el primer día los rezos se dedican a nuestro creador, al gran espíritu, y se invitan a todos los seres espirituales a rezar con nosotros para la Madre Tierra.
El segundo año y día se honran nuestras familias de sangre y espíritu, porque allí está la base de nuestra fuerza y alegría de vivir.
El tercer año y día honramos nuestros ancestros, amigos y amigas, compañeros y compañeras, porque ellos nos acompañan y nos ayudan.
El cuarto y último año y día dedicamos nuestros rezos a la sanación de nuestra Madre Tierra y a nosotros mismos, pidiendo guía, protección, alegría y salud para nuestras vidas.
Las abuelas y los abuelos
Los abuelos tienen su espacio al lado de la entrada a la Kiva. En la ceremonia entran a la Kiva y piden la bendición con sus rezos y su sabiduría. Ellos son los representantes de los distintos pueblos, países y continentes; ellos a través de los encuentros y rezos comunitarios forman puentes entre las culturas y religiones y crean paz. Los abuelos se comprometen a los cuatro años de un ciclo de Kiva, para sostener la ceremonia con sus rezos y para hacer este servicio a la tierra.
Durante los cuatro días también se realizan encuentros, talleres y charlas, en las cuales los abuelos comparten su sabiduría y sus conocimientos con todos.
Los participantes
Todos y todas bienvenidos, no importa la edad. Todos colaboran y ayudan con trabajos comunitarios que todos se encuentren bien y que todos nosotros a través de esta ceremonia nos unamos a una comunidad universal.
En todas las actividades alrededor de la Kiva nos conocemos más de cerca y ampliamos la familia de Raices de la Tierra, hacemos amistades del mundo entero que nutren nuestros corazones con alegría.
Se están planificando actividades para niños (temazcal especial, pintura, trabajos manuales con materiales naturales, cuenta cuentos y mucho más).
Tambor y mujeres con luna
También son parte de la ceremonia el tambor y las mujeres con luna. Estos dos polos, a la derecha y la izquierda de la entrada a la Kiva, mantienen el equilibrio de la ceremonia y apoyan los rezos de los abuelos.
El tambor es el latido del corazón de la Madre Tierra. El sonido rítmico del tambor hace subir los cantos hacia el Padre Cielo.
El tambor forma el marco de la ceremonia, él nos llama a la Kiva, abre y termina la ceremonia. Los abuelos pueden dejarse apoyar con cantos de su selección por el tambor y por los cantantes. El tambor irradia energía.
Las mujeres con luna – las mujeres en su menstruación – también tienen una función especial en la ceremonia.
Ellos mantienen la conexión con la Madre Tierra durante la ceremonia. Su regalo valioso a la Madre Tierra fortalece la Tierra, protege la ceremonia y abre un gran potencial de fuerza.
Las mujeres con luna centran la fuerza y mantienen el espacio sagrado. A través de la percepción sensible y la conexión más profunda durante el período de luna los rezos de las mujeres son especialmente fuertes y generan grandes bendiciones. Ellos encarnan el poder de la abuela Luna.
El fuego sagrado
Al amanecer del primer día se enciende el fuego en el lugar donde se harán los temazcales (temazcal, o inipi es la casa de vapor). Esto es un momento especialmente sagrado. El fuego se saluda con oraciones y con muchos cantos. Luego la gente que está presente entra al primer temazcal a limpiarse.
En la mañana el fuego del temazcal es llevado a la Kiva y de esta manera la Kiva es consagrada. Los fuegos arden durante cuatro días y tres noches en el centro de la Kiva y en el espacio de temazcal.
El temazcal es de cuatro puertas cada día. Temprano en la mañana tienen lugar las primeras dos puertas y en la tarde/noche la tercera y cuarta. De esta manera la fuerza purificadora del temazcal cubre todo el día. A través del temazcal los participantes entran a una conexión mayor con la ceremonia.
El guardián de la Kiva abre el espacio para los abuelos. Él se preocupa de todos los detalles que son esenciales para una buena ceremonia. Él lleva el legado y el espíritu del fundador y primer guardián de esta ceremonia, de Reymundo Tigre Pérez.